Creo que empiezo a estar preparada para compartir lo que escribo más de lo que lo hacía antes. Ya sean textos nacidos de un dolor, una alegría o una sorpresa o sean simplemente textos vacíos.
Lo que me des
Quizá la carne me hierva, o puede que me estén sangrando las entrañas. Puede que me tire el cuero o quizá me tira más el aliento.
Es posible que quien me llama sea un desconocido, o sea el mismo enemigo de siempre.
En todo caso, lo que quiero es lo que me des.
Porque lo que me des me vale, y lo que me des me llena. Lo que me des me ayuda a respirar y hace que fluyan mis venas.
Lo que me des me calma, lo que me des me frena, lo que me des me ayuda a dormir y lo que me des me atormenta.
Porque sueño con millones de lo que me des, y despierto con una súplica. Porque acaricio lo que me des con la punta de mis dedos y descubro que lo que me des no está.
Mi experiencia me dice que lo que me des es algo, mi cabeza me grita que lo que me des no existe. Y la necesidad por lo que me des es tan grande, tan fría que no pienso en lo que me das, solo pienso en lo que me podrías dar.
Al fin y al cabo ¿qué es lo que me des? Lo que me des es distancia, es conversaciones vacías y unos ojos que me escapan. Sé que no es el lo que me des que quiero, pero llorar no me va a valer, gritar de que me va a servir, callar me rompe el alma y mirar rasga mi piel.
Sigo soñando con lo que me des, aunque lo que me des no exista
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